TEST DE CONOCIMIENTO 1

LOS LUNÁTICOS
Se llamaban así a un grupo de hombres de ciencia y empresarios que solían reunirse para tratar temas de la actualidad en Birmingham, Inglaterra.
Su pasión por la ciencia era tan grande como su convicción de que debía de servir para cambiar la vida de toda la humanidad.
Se convirtieron en el motor de arranque de la madre de todas las revoluciones del siglo XVIII.
Llegaron a ser 14 miembros, y uno de ellos fue JAMES WATT:
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Conocido mundialmente por inventar la máquina de vapor, que permitió un incremento de la producción sin incremento del coste en personal. Las consecuencias son conocidas: mayor especialización del trabajo, uso vertiginoso de los recursos naturales, y producción en masa de bienes manufacturados.
La industrialización impulsa el cambio del mundo rural al urbano, la innovación científica y tecnológica y un ascenso demográfico sin precedentes.
Fue un matemático e ingeniero escocés que, entre otras muchas cosas, realizó un estudio minucioso de la máquina atmosférica de Thomas Newcomen con lo que consiguió añadirle las mejoras que darían lugar a la máquina de vapor.
Fue capaz de conseguir una máquina que sería de gran utilidad en una infinidad de industrias, desde las industrias de la lana o el algodón, hasta los medios de transporte, pasando por la industria del acero para el soplado de hornos y el accionamiento de martillos.
Hay experiencias como la de John Wilkinson, pionero en la utilización de las máquinas de vapor de Watt en la industria del acero, que demuestran que la máquina de vapor era una opción lógica y económica para la solución a los problemas de las fuentes de energía, ya que en numerosos casos el carbón no era fácil de conseguir y se estaba agotando o cada vez se encontraba más profundo en las minas dificultando su obtención.
LIBRO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
En el primer capítulo del libro La Revolución Industrial, nos encontramos ante una explicación del concepto de revolución industrial. Pero al parecer no es tan fácil esta definición en cuanto a su periodo de aparición, pues hay discrepancias varias entre los historiadores y pensadores.
Lo que sí parece estar más o menos claro, es que la Revolución Industrial debe definirse como una transformación de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción mediante la cual se desarrolló el capitalismo industrial. Y que sólo se puede entender en la aparición de la sociedad capitalista industrial.
Si bien, esto no hay que confundirlo la industrialización, que sería más bien el proceso mediante el cual, determinados países se bañan con los cambios surgidos en esa etapa de Revolución Industrial y que harían transformaciones que las convertirían en sociedades muy distintas a como lo eran anteriormente.
En este capítulo encontramos también una serie de características de las sociedades industrializadas que nos ayudan a distinguirlas fácilmente. Entre ellas están: la aparición de una nueva organización social de la producción basada en medios técnicos nuevos, es decir, nuevas relaciones sociales para producir, cuya característica esencial es la generalización del trabajo asalariado que antes no existía.
Además ese crecimiento suponía otro recíproco: el de los mercados, el capitalismo industrial crea el mercado, se trata pues de una economía que produce para vender.
Y también hay que mencionar la aparición, debida a todos estos cambios, de nuevas clases sociales: la burguesía, propietaria de los medios de producción, y el proletariado, que trabaja en las propiedades de la burguesía.
Estos cambios hacen que los países más industrializados dominen el mundo y subordinen a los demás a sus anchas.
También hace hincapié en todo momento en que sin los cambios socio-políticos que supone la revolución burguesa, no se entendería la industrial. Es por tanto esencial para comprender la transformación dada por la Revolución Industrial, entender la perspectiva de la revolución burguesa.
En el punto tres este capítulo nos da una explicación de dos dimensiones importantes para entender este acontecimiento: la espacial y la temporal, el dónde y el cuándo.
En ella, parece estar claro que aconteció en Inglaterra, pero lo que no parece estar tan claro es el cuándo.
Según el autor, o según lo que convencionalmente se asume es que como punto de partida se toma 1764, año en que se instala la máquina hiladora jenny y que finaliza en 1830 cuando se inaugura el ferrocarril Liverpool-Manchester. 
He de decir que estoy bastante de acuerdo con esta acotación, y no con lo que otros autores comentan de que sigue estando sin finalizar. Pues como bien justifica el autor, fueron unos pocos hechos los que hicieron surgir un cambio profundo en todos los aspectos del mundo, y a partir de ahí, estaríamos en lo que sería el periodo de industrialización, que quizá sí podrían pensar algunos que aún no ha terminado. Pero es erróneo pensar que seguimos ante una revolución propiamente dicha.
También es bastante acorde la comparación que hace con el Big Bang, como momento en la historia que haría cambiarlo todo, pero eso no quiere decir que hoy en día esté todavía aconteciendo ese hecho.
Son igualmente interesantes las comparaciones que hace entre Mantoux y Marx, donde vemos que para el primero la importancia radica en la máquina y sus aspectos técnicos, mientras que para Marx radica en los aspectos sociales, ya que son los que tendrán que trabajar en los talleres a cargo de esas máquinas y métodos de producción.
En mi opinión, ambos tenían su razón, porque al fin y al cabo tanto las máquinas como la sociedad (que se ha visto involucrada tanto positiva como negativamente) se vieron afectadas tras el gran cambio que supuso la Revolución Industrial.
LIBRO DE MORRIS
Tras leer el capítulo I del libro, sobre William Morris y las artes decorativas, he de decir que me he sentido de principio a fin identificada con este increíble hombre.
Sobre todo me ha gustado descubrir que era un hombre sencillo, que lo único que quería era trabajar con sus propias manos una amplia gama de artes plásticas, aprendiendo primero de los antiguos, leyendo los libros que podía encontrar al respecto. Que disfrutaba experimentando con distintos materiales y técnicas, y trabajando en común con amigos para, entre otras cosas, construir esa Red House donde, a parte de vivir con su reciente esposa, trabajaría y conviviría con sus compañeros para seguir creando objetos y técnicas bellas.
Es también curioso descubrir cómo ha llegado a ser tan importante y conocido, cuando sus intenciones nunca fueron esas, y es que cada vez estoy más convencida de que no llegan a ser conocidos quienes lo buscan, sino quienes hacen lo que realmente aman y con lo que realmente disfrutan. Como mismo hacían ellos, y que a modo de juego sugirieron formar una "sociedad" para la que realizar distintos diseños de todo tipo de objetos y venderlos, en un modo de "jugar a negocios" y al final llegaron hasta donde llegaron, rompiendo con las concepciones que en esos momentos había socialmente del diseño y del buen gusto.
El hecho de leer este fragmento, me hizo observar con más detenimiento una vez más la famosa Red House, y desde mi punto de vista, en esos momentos tuvo que conseguir realmente ser el "lugar más hermoso de la tierra", unificando arquitectura y naturaleza, rodeada de vegetación y lugares agradables, porque si lo comparamos con lo que en esos momentos era lo habitual, por un lado, ese estilo clásico y renacentista, y por otro lado esas nuevas casas como ladrilles grisáceos y sin ningún atractivo, esta casa que él construyó rompía con todo en un modo además tremendamente agradable, con esa naturaleza tan presente, con ese color rojo del ladrillo... simplemente moderno desde mi punto de vista.
Y claro, todo ese trabajo minucioso que él dedicaba a todo lo que hacía, es normal que le llevara a tener ese éxito por encima de los demás artistas de la época, y es normal que estuviera en contra de separar el trabajo del artesano del del diseñador, si nos ponemos en su lugar, algo que para mí resulta bastante fácil si tenemos en cuenta que comparto el gusto por las manualidades y por realizar mis propios diseñitos, porque así sería mucho más gratificante para el artesano su trabajo, porque no tendría que empezar a hacer objetos que otra persona había diseñado y que para él carecían de sentido o de interés, y sería también mucho más gratificante el trabajo para el diseñador, que podría ver nacer en sus propias manos su diseño, tal y como lo había planeado en su cabeza.
Simplemente me ha encantado leer este texto porque además me ha servido de inspiración en gran parte, y para comprender un poco mejor la situación tan complicada que defendía.
Desgraciadamente, hoy en día, y como bien él pensaba, sus ideales sobre el modo de trabajar diseñador y artesano han cambiado completamente, y es una lástima que el trabajo del diseñador industrial en este caso no sea a veces más cercano al del técnico (ya no tan artesano) que lleva a cabo el diseño y que produce el objeto. Y aunque hoy en día afortunadamente existen todo tipo de posibilidades, y sigue habiendo diseñadores-artesanos, muchos se dejan influir por el dinero y para producir más y ganar más hay que producir en serie, y para producir en serie es casi imposible para el diseñador estar presente en todo el proceso de diseño. Es y ha sido siempre un círculo vicioso: si quieres hacer cosas bonitas pero baratas, tenemos que recurrir a la producción en serie, pero si queremos hacer cosas bellas y de calidad estando presente en todo el proceso, hay que hacerlas manualmente y eso hace que tengan un coste elevado. El eterno dilema sin solución :)
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EE. UU. Y LOS MUEBLES DE LA SHAKER
Fundada en el norte de Inglaterra en 1747, la Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo era una secta cuyo culto incluía la danza en común, de ahí el nombre Shaking Quakers o Shakers (los que tiemblan).
Huyendo de la persecución, Mother Ann Lee (1736-1884), la líder espiritual de la secta, emigró a América en 1774. Más tarde, sus seguidores se reunieron con ella en los estados de Nueva Inglaterra y Nueva York.
En 1785 fundaron la primera comunidad Shaker en New Lebanon (a partir de 1861, Mount Lebanon), en el estado de Nueva York, y, en las décadas que siguieron, otras dieciocho comunidades en ocho estados.
La religión exigía el distanciamiento del mundo y fomentaba las ideas de propiedad comunal y celibato. Las comunidades buscaban la autosuficiencia y el trabajo físico era un elemento importante de las vidas espirituales de sus hermanos.
El lema Las manos al trabajo y los corazones a Dios guiaban las tareas diarias de los creyentes, que incluían la elaboración manual de objetos prácticos pero bien hechos para el uso cotidiano.
Estos diseños utilitarios reflejaban la creencia primordial de la secta en una moralidad de vida simple y llana.
Sin duda lo que más llama mi atención son las perchas que distribuían alrededor de toda una habitación para poder colgar en ella los muebles y así limpiar el suelo sin estorbos.
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Así como la idea de crear sillas de todos los tamaños para personas de todas las edades, porque en esa época no era común tener sillas y ellos supieron lo importante que era para todos.
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Durante el siglo XIX, los ingresos procedentes de la agricultura empezaron a disminuir, por lo que se vieron obligados a producir mobiliario y otros artículos para la venta.
En 1871 fundaron una fábrica de sillas en Mount Lebanon. Sus diseños, producidos en masa, carecían de la calidad de los anteriores y se distribuían a través de catálogos especiales.
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Aunque durante las décadas de 1860 y 1870 los diseños Shaker fueron muy apreciados por su simplicidad y artesanía honesta, la secta empezó a menguar.
A finales del siglo XIX y principios del XX, muchas de las comunidades se habían visto obligadas a cerrar.
Al clausurarse la última en 1947, los diseños Shaker se habían convertido en objetos de coleccionista, para consternación de los pocos creyentes restantes.